Para poder conseguir este efecto de desenfoque, llamado bokeh, es necesario que la lente que se utilice permita aperturas de lente muy amplias (números bajos, como 1.2, 1.4, 1.8...). Con esto la vida del fotógrafo se complica ya que al ser muy estrecha la profundidad de campo (el área en la que la imagen está enfocada) tenemos que afinar muy bien en el enfoque antes del disparo, además de evitar ciertos ángulos en el caso de retratos, que dejan los ojos en diferente plano y por tanto uno de ellos desenfocado. Trabajando con niños, que no paran quietos, es un reto importante.
La calidad de este efecto (elemento subjetivo, como tantos en la fotografía) viene determinada normalmente por la calidad de la lente, siendo los efectos de mayor calidad percibida los que se asimilan a círculos, frente a los poligonales, menos apreciados. Esta diferencia procede del número de aspas que conforman la lente.
La tendencia natural nos lleva a buscar el enfoque en el elemento más importante de la imagen, con el que normalmente tenemos un vínculo emocional...pero ¿qué pasa si centramos la atención en elementos secundarios?
En algunos casos, las imágenes se vuelven intrigantes. En otros, podemos eliminarlas del disco duro.
En cualquier caso, este efecto no deja indiferente a nadie, prueba de ello son los numerosos efectos de "Tilt" disponibles en las aplicaciones móviles, tratando de suplir la extensa profundidad de campo de la que suelen disponer las cámaras de los smartphones, que no permite centrar la atención en una parte concreta de la fotografía.
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